25/1/07

el gusto es mio

No conozco a mi cartero ni él a mi, nunca nos hemos visto. Pero seguro que lleva varios días riéndose a mi costa, desde que dejó en el buzón una postal que me enviaban desde Londres en la que la imagen es un primer plano de Lady Di en vivos colores, con su vestidito rojo con canesú, su coronita en la testa y su carita de pena.

Ese atentado contra cualquier gusto (bueno y malo) hecho postal venía firmado por mi gran amigo, el señor Oompa Loompa, el mismo que un día me contó que su cuadro preferido era uno que vió veteasaberdónde en el que el motivo principal era un retrato de un perro collie sacando un poco la lengua y con mirada tristona que te perseguia por mucho que cambiaras de situación, ¡la Monalisa de los retratos caninos!, todo sobre un fondo fúcsia y dentro de un marco ovalado. Una joya.

Por suerte siempre hay alguien con visión más amplia de las cosas que te hace sentir cierto cariño por aquello que hasta entonces encontrabas horroroso: los souvenirs de toreros y bailaoras, los pósters de perros jugando a cartas, el cuadro del payaso que llora, el de la cacería de perros con el pobre ciervo acorralado, la funda del asiento del coche hecha de bolas de madera, las camisetas imperio con agujeritos, las batas de guatiné, el salir un domingo a comprar el diario con chandal y zapatos, el follar con calcetines puestos... bueno, esto no, porque siempre depende de quien los lleve puestos.




PD: sé que el señor Oompa Loompa siempre está de guasa y sus gustos no tienen nada que ver con lo que me cuenta y envía... o eso creo.

16/1/07

señales

Tengo un primo, algo mayor que yo, que de pequeño siempre se mareaba cuando iba en coche por corto que fuera el trayecto. Era quitar el freno de mano y potar, sin previo aviso, con puntería y a distancia.

En aquellos años de su infancia rumiante, me confesó el porqué de su alegria gástrica: el chaval tenía la fijación de leer cualquier cosa que pasase delante de su ventanilla. Señales, anuncios, matrículas, adhesivos, letreros, precios en los escaparates, marcas y modelos de otros coches... una locura. Y claro, tanto festín de letras y números en movimiento, leídos con el ansia de las prisas convertían a mi pobre primo en un surtidor sobre ruedas.

Imagino que fue a raíz de esa explicación que me viene la costumbre de negarme a leer nada mientras conduzco, como mucho un rápido vistazo a las señales indicadoras, tan rápido que no me da ni tiempo a entender lo que ponen, pero por lo menos compruebo que siguen escritas en nuestro alfabeto y que no me he pasado de largo.

Y lo más curioso es que siempre acabo llegando a dónde me propongo, eso si, más de una vez dando un innecesario y pequeño rodeo.


10/1/07

un lugar...



... para dejarte caer, o tirarte directamente. Para reposar la cabeza sin sentarla del todo, no vaya a ser que engorde por la falta de ejercicio y después no te puedas ni poner el casco.
Dónde ser rey ciego en un país de tuertos aunque te miren de reojo. Caminar por todos los rincones con los dedos de las manos creyéndote que vas a salir de número dos en los cromos del chocolate Torras, colección grandes exploradores, entre Marco Polo y Livingstone... si es que aún salen cromos en el chocolate y todavía existe la marca Torras.

Un lugar dónde perderte a drede mientras quemas el mapa y te ahorras plegarlo correctamente, dónde hacerte turista permanente para ponerles nombre a todas las piedras de sus caminos, un lugar que va del más alto de sus rizos a la punta de los dedos de sus pies.

3/1/07

vertigo



Tengo pánico a las alturas. Es superior a mi, no puedo evitarlo, no me viene de ningún trauma de infancia ni de nada parecido, supongo que con eso se nace.

Como también soy cabezota de nacimiento, intento sin éxito una y otra vez perder el miedo a estar elevado. Me pierde el morbo y tengo que asomarme al vacío, igual es que pienso que de un día para otro, por algún extraño milagro divino, se me va a curar ese terror alturístico. Lo de iluso también lo llevo en los genes.

Cada vez que lo intento se repite la misma sensación, de repente me veo poseído por todo tipo de insectos y bichos en general: mariposas en el estómago, hormigueo por todo el cuerpo, pelo erizado, carne de gallina... vamos, una fauna en mi mismo.

Me encantaría que esto no me pasara, auparme y poder disfrutar de las vistas desde las alturas, seguro que todo lo que se ve es precioso, lo sé.


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