6/6/12

El embajador malo


Están cerrando los pocos bares de mi pueblo en los que nos sentimos a gusto.
Ahora mismo, entre terrazas y chiringuitos, la cosa queda suplida. Pero cuando llegue el final del verano, cuando empiecen a plegar sus sombrillas, comenzará el drama por decidir a donde ir a tomar una cerveza al atardecer.
La cosa no promete mucho, y por eso no descartamos emigrar a bares de municipios vecinos, como embajadores sedientos.
Todo menos quedarnos en una cafetería, entre niños y abuelas.


(El dibujo se entiende mejor si ves esto)

Seguidores

Archivo del blog