9/7/06

Cama y desayuno con diamantes



Mi casa está situada de tal manera que todas las ventanas dan a este y oeste, lo que hace que la luz natural se cuele generosamente desde primera hora, con el sol más madrugador, hasta aprovechar los últimos rayos del sol ya más cansado.
Mi casa es pequeña, yo tampoco soy muy grande, la cosa queda compensada.
Para llegar a mi casa se tienen que subir un montón de escaleras, lo que tiene su parte positiva porque te mantiene en forma y te evita conversaciones vanales con los vecinos en el ascensor. Además, la dura ascensión merece la pena ya que desde las alturas de mi casa se puede ver el mar, y eso no está mal, que se lo pregunten a un manchego si no...

Pero lo mejor que tiene mi casa es que normalmente está habitada por nuevos huéspedes. Tengo todo un preparativo consistente en sofás-cama y colchones distribuidos estratégicamente para dar techo y cobijo a todos los amigos foráneos que deciden pasar una o más noches por mi ciudad.

Sus visitas siempre son una alegria y no hace falta recordarles que siempre serán bien recibidos. Saben que no les faltará una almohada, una cena improvisada con lo poco que tenga en la nevera y por supuesto un desayuno con diamantes, porque somos todos bastante perlas.

Estoy por agarrar un rotulador y pintar corazones y sonrisas en el fondo de todas las tazas, para que el poso del café siempre les depare un feliz futuro.

Volved siempre que queráis, estáis en vuestra casa.

Pd: ... todos a la vez no, por favor!

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