20/6/08

aguein!



Vuelve a suceder.
Cada año, nada más llegar el clima veraniego, me reencuentro por las calles de mi pueblo a personajes que sólo se dejan ver en estas fechas.
Durante más o menos tres meses, reaparecen. Imagino que el resto del año se mantienen en conserva, en formol o en escabeche, no lo sé.
Lo contrasto año tras año, verano si verano también, y ahí están ellos. Salen de la nada. Brotan con los calores.
Una muestra ya hallada con el primer subidón de termómetro:

La chica embarazadiza:
La más constante. Si mal no recuerdo, la primera vez que la ví con panza kingsize fué el verano de las olimpiadas del cobi. No ha cesado en su empeño. Debe tener alrededor de diecisite hijos ya. Constante ella.

La no muerta:
Quizá la más entrañable. No por su forma de ser, tal vez por su edad (unos milquinientos, calculo) o por el hecho de que cada invierno me entero que ha dejado de estar entre nosotros alguna señora de sus características y me viene ella a la mente. Hasta que llega junio y la vuelvo a ver.
De un pálido translúcido tirando a transparente en pleno agosto, ella se mantiene firme en su ruta de casa-amisa-demisa-almercado-vuelta-acasa. Siempre saludando, aunque no sepa quien eres. Leyenda pura.

El niño los pirsins:
Sin ninguna duda es el que más ha evolucionado de la especie. Durante diferentes agostos hemos visto como mutaba partiendo del cumballanismo extremo hacia otro estado indefinible. Le han crecido apéndices en forma de rastas, perro y bongos.
Puedes encontrarlo fácilmente en la barra de cualquier sarao veraniego que monten en el lugar hasta altas horas de la noche. No se le conoce otro oficio.

Y como ellos, unos cuantos más!


Tanto los veo en verano que seguro que para ellos yo ya soy un clásico estival.

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